lunes, 27 de febrero de 2017

Resumen articulo 4

Medicina del México antiguo.



El mundo mesoamericano, antes de la llegada de los españoles, había sido un universo cerrado. Había sido creado por dioses diferentes a los que crearon el viejo mundo y a sus habitantes.

La obra de Francisco Hernández, quien, como se señaló previamente, vino a México por mandato real y permaneció en estas tierras de 1571 hasta principios de 1577, estudiando más que nada los medicamentos, pues él pensaba que la verdadera y única medicina era la de la tradición de Hipócrates y Galeno que los españoles conocía perfectamente y no le interesaban las teorías médicas de los indígenas. Sin embargo, su recopilación de cerca de tres mil plantas útiles, las más de ellas medicinales, y el estudio clínico que hizo de sus efectos, así como los de medio centenar de animales y unos treinta minerales, es una obra sin la cual no se podría estudiar la medicina mexicana prehispánica.

No se puede entender un sistema de pensamiento sin tener una idea más o menos precisa de cómo concebían el mundo quienes lo detentan. De tal modo cobra gran importancia el saber cuál era la visión del mundo, la cosmovisión.

Los dioses rivalizaron para crear la región del centro del mundo y ser los protectores de los seres humanos y de sus culturas. En los mitos nahuas fueron Quetzalcóatl y Tezcatlipoca quienes compitieron por ello y, habiendo levantado los cielos, correspondió al primero la creación del primer sol y los primeros humanos, en tanto que Tezcatlipoca organizaría su destrucción; ambos intercambiaron sus papeles en el segundo sol, construido por Tezcatlipoca y destruido por Quetzalcóatl, tocándole a este en turno cuidar por los seres del tercero y el quinto, que es en el que vivimos actualmente, y a Tezcatlipoca velar por los del cuarto sol.

Las principales ideas acerca de la función del cuerpo, entendido éste como unidad, derivan por igual de su cosmovisión, estableciéndose un conjunto de relaciones entre cielos, inframundos y partes de dicho cuerpo de manera que su dinámica refleja y depende a la vez de las fuerzas que llegan a él procedentes de todos los ámbitos del universo. Es así que se ha podido distinguir claramente la existencia de entidades anímicas de las cuales el tonalli, concebido como un resplandor de origen celeste, significa la presencia de los seres e influjos de los mundos superiores en el hombre y el ihíyotl, entendido como un soplo, corresponde a los pisos del inframundo.

Ya ubicado en su correspondencia del universo, el cuerpo fue dividido en partes y órganos de acuerdo a lo que se podía o se quería separar e individualizar. De tal modo podemos hablar de un conocimiento anatómico, aunque no se cuenta con descripciones detalladas de órganos y elementos anatómicos y menos aún de relaciones, ya que las necesidades no orientaban a distinguir lesiones, sino situaciones dinámicas que se expresaran como enfermedad.

Para saber qué pensaban los antiguos mexicanos acerca de qué eran y cómo se producían las enfermedades, no se debe partir de los diagnósticos retrospectivos que pudiéramos hacer desde el siglo XXI con base en las evidencias aún accesibles a nosotros, sino de la exposición de cómo concebían la enfermedad los antiguos nahuas y de qué ideas tenían acerca de sus causas y, consecuentemente, de su manera para clasificarlas. Es decir, trataremos de explicar las enfermedades en la forma lo más cercana posible al pensamiento prehispánico. Esto necesariamente se hace desde nuestro momento histórico, pero tratando de prescindir del conocimiento 15 médico actual excepto cuando lo empleamos para hacer más comprensible el pensamiento de los médicos prehispánicos.

La salud, al igual que sucedía en el pensamiento de los egipcios, de los antiguos griegos y de muchos otros pueblos, es el mantenimiento de un equilibrio. Numerosas enfermedades eran achacadas a la acción de muchas y diferentes deidades. Por ello parte fundamental del diagnóstico era la búsqueda de una explicación de su modo de actuar a fin de poder identificarlas y tomar las medidas necesarias para tratar los males que producían.

Para el pensamiento mágico todo involucra al ejercicio de la voluntad. La producción de enfermedades se debe a la existencia de seres que desean mal a otros, aunque no puede dejarse de señalar que el descuido en cuanto a las precauciones que deben rodear a la posesión de fuerzas especiales nunca debe ser descartado. La manera de producirlas es variada y se pueden distinguir algunos mecanismos entre los que destacan la imitación del proceso empleado pata dañar al otro o el actuar 25 sobre su alma lastimándola o enfermándola.

El eje calor frío y las enfermedades Hablar de calor como una categoría de enfermedad es algo propio y característico de la medicina náhuatl prehispánica, ya que uno de sus ejes taxonómicos en lo que a la clasificación y categorización de las enfermedades se refiere, es el de las alteraciones por modificación de la frialdad o el calor en las diversas partes del cuerpo, de modo que el enfriamiento o calentamiento de algunas de ellas se traduce en enfermedad. En el caso del calor del corazón es evidente que se refiere a un exceso de calor en un órgano por naturaleza cálido, ya que, recordemos, el corazón es solar. Se encuentra también documentada la existencia de un calor intermitente en el corazón, identificado como “bochornos”; en cambio, no es concebible una frialdad del corazón, ya que sería mortal por necesidad.

Un buen tratamiento médico siempre estuvo orientado a tratar de manera integral las causas y los síntomas de las enfermedades, de manera que no se le puede concebir sin que se busque neutralizar la acción punitiva de los dioses, las acciones de seres malignos y de hechiceros, además de intentar corregir los desequilibrios que estos provocaban.

Las medicinas prehispánicas de México y en particular la náhuatl, son sistemas de atención de la salud ricos en conocimientos y en recursos, que se desarrollaron en forma paralela e independiente de todos los sistemas presentes en el Viejo Mundo y lograron éxitos suficientes para establecer un equilibrio entre sus civilizaciones y el medio ambiente en el cual se desarrollaron.


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